sábado, 11 de abril de 2009

Sobre Constituciones Inconstitucionales y Deberes Revolucionarios


Los,
Señores Legisladores
Señores doctores en derecho constitucional
Señores jueces de los tribunales superiores de justicia
Señores miembros de la comisión Ortúzar

Me dijeron que las personas nacían iguales
En dignidad y derechos
Me dijeron que el estado reconoce
y ampara a los grupos intermedios,
Que debe protegerme,
Que esta a mi servicio.

Me dijeron también
Que tenía el derecho a participar con igualdad de oportunidades
En la vida nacional.
Me dijeron que Chile era un país
Unitario,
Democrático,
Y que la soberanía recaía en la nación.

Me dijeron que todos éramos iguales ante la ley,
Y gritaron a los cuatro vientos que tenía
Derechos,
Derechos,
Derechos,
A la vida, a la integridad física, a la salud y a la educación;
A la libertad de expresión, y de conciencia.

(Todo esto se fue a la misma mierda aquel día en que el frío de la mañana porteña me hizo echar a la fogata el cuerpo integro de la llamada constitución política de chile)

Esa mañana supe de la farsa que engendraba en sus entrañas
Supe sobre todo, que en la práctica,
Todo este sistema de normas
Había sido construido para engañarnos
Para hacernos creer que teníamos derechos
O quizás simplemente
Para acallar la discreta voz de sus conciencias

Lo supe,
Lo supe una y otra vez,
Lo supe en todas y cada una de las marchas en que huí de los lumazos
De los golpes de la fuerzas de orden publico
Que decían limpiar las calles de estudiantes y trabajadores,
De niños y mujeres constructores de futuro.

Lo supe también cuando un hermano del sur me contó
Que en su lejana tierra las cosas no andaban bien
Cuando me dijo que el mismo librito que le decía que era digno
Le permitía a los patrones pasar por encima de su gente,
Y explotar la tierra
Y los recursos
Y a los compañeros.

Lo supe cuando Johana murió esperando la hora en el consultorio,
Cuando víctor dejo el colegio para trabajar con su papá en la feria
Cuando echaron a Viviana de la fábrica por sindicalizarse

Lo confirme cuando llamaban a asistir a las urnas,
Cuando nos hacían renunciar a nuestro poder político,
Alienándonos de los votos
Haciéndonos escoger entre culebras amarillas y culebras azules.

Lo confirme cuando supe que el mercurio mentía
Que el trece era católico
El once de Piñera
El siete del gobierno
Y el nueve de Claro.

Termine de abrir los ojos cuando vi que reconocía
El derecho a la propiedad privada…

Le dije esa tarde a mi padre
¿Qué es lo nuestro?

Termine de abrir los ojos cuando
Vi humedecerse los de mi padre
Y lo escuche responder con un escueto
“solo nuestras manos”

Ese día tuve vergüenza.
Vergüenza de ellos,
(Creadores de preceptos ficticios, de medios coactivos de presión y sometimiento)

Pero sobre todo tuve vergüenza
Por el letargo de mi pueblo que con los ojos cerrados
Se deja guiar por una sarta de negligentes,
Por una bola de burgueses defendiendo lo suyo,
Enajenando cotidianamente el fruto de nuestro trabajo.

Ese día tuve la certeza de que todo este jueguito jurídico
No era más que una herramienta al servicio de la clase dominante,
Un elemento para acallar los gritos revolucionarios
De un pueblo que avanza raudo a las destrucción
De la basura neoliberal.

Ese día fue el primero de todos
El primer día en el que procure no morir,
El primer día de todos estos años en que dije

BASTA!

En que fui a la población a buscar compañeros,
En que empuñamos nuestros fusiles
Y nos decimos al fin
A formar el partido

Y comenzar la revolución!

viernes, 13 de marzo de 2009

Rapsodia Callejera


El sonido sicodélico
De aquel disco rallado
Emerge de la radio.
El volumen es alto,
Y en mi cabeza,
Las notas pareciesen chocar entre sí

De pronto una imagen:
Tu cuerpo lívido
Abandonándose de mi tierrita pobre.

Pareciese que todo el ruido del mundo
Se concentrara en mi cabeza,
Que gira…
Y da vueltas y vueltas.

jueves, 29 de enero de 2009

Invierno-Resistencia


Escribir se ha vuelto increíblemente doloroso…

No duelen tan solo
Las llagas en las manos
También duele el asunto ese
Del fin de la revolución.
Duele sobre todo escuchar a aquellos comunistas
Que hablan del pueblo menos que de si mismos.

El perro toma el sol desde la escalera
El pájaro… sobre el tendido eléctrico.
Hasta la basura,
Aumenta la rapidez de su putrefacción
Bajo el alero del día soleado.

Solo nosotros
Quedamos al amparo de la noche
Porque solo nosotros
Creemos aún en los sueños de antaño
Solo nosotros,
Creemos en el comunismo
Y en la revolución.

Solo eso.
El sol se refleja en los techos de zinc
Yo lo miro de lejos
Sin cigarros, sin café.
Soportando el frío…

De esta mañana invernal.